DIARREA AGUDA
La diarrea se define como una disminución en la consistencia de las heces (blandas o líquidas) o un aumento en la frecuencia de las deposiciones (tres o más en 24 horas), acompañadas o no de fiebre, vómitos y dolor abdominal.
En los primeros meses de vida la disminución de la consistencia es más indicativo de diarrea que el aumento en el número de deposiciones.
En la diarrea aguda los síntomas duran menos de 8 días. Cuando duran de 8 a 14 días se habla de diarrea prolongada y si duran más de 14 días es una diarrea crónica1,2.
Es una patología muy frecuente en Atención Primaria y una causa frecuente de ingreso hospitalario, sobre todo en niños pequeños. En Europa su incidencia es de 0,5 - 2 episodios por niño y año en los menores de tres años3.
ETIOLOGÍA
Las causas de diarrea aguda se muestran en la (Tabla 1). La causa más frecuente es la infección gastrointestinal (gastroenteritis aguda). Los principales agentes etiológicos son los virus, sobre todo el rotavirus, que es la causa más frecuente de diarrea en los niños menores de 2 años. Cuando en la población se vacuna frente a rotavirus disminuye su incidencia y aumenta la proporción de infecciones por otros virus, como norovirus, adenovirus y astrovirus3,4.
En un estudio realizado en nuestro país5 se observó que, entre las bacterias, el germen más habitual es el Campylobacter jejuni (59,9%), seguido de Salmonella (31,8%) y, a larga distancia, Aeromonas (2,7%) y Yersinia (2,5%). Otras bacterias, como Shigella y Escherichia coli, son responsables cada una de ellas de menos del 1% de las gastroenteritis bacterianas. Campylobacter se aisló más frecuentemente en primavera y Salmonella y Yersinia, más en verano.
Otras causas de diarrea aguda son mucho menos frecuentes que la gastroenteritis; se enumeran en la (Tabla 1). A lo largo del algoritmo nos referiremos fundamentalmente a la gastroenteritis aguda.
ANAMNESIS
En la anamnesis se recogerán los siguientes datos:
Las características clínicas nos permiten acercarnos, aunque de forma imperfecta, a la etiología. Se pueden clasificar a los pacientes en los siguientes síndromes6,7:
Sus características se detallan en la (Tabla 2).
EXPLORACIÓN FÍSICA
Hay tres aspectos fundamentales en la exploración física del niño con diarrea aguda.
La presencia de intensa palidez o ictericia, junto a petequias o púrpura, hipertensión arterial y decaimiento, sobre todo en niños menores de 5 años, nos hará pensar en la posibilidad de que se haya complicado con un síndrome hemolítico urémico.
VALORACIÓN DE LA DESHIDRATACIÓN
Hay determinados datos de la anamnesis que son importantes para valorar el riesgo de deshidratación: número de deposiciones por día, volumen de la ingesta de líquidos, estimación aproximada del volumen miccional (número de micciones al día y si son escasas o abundantes, número de pañales mojados al día) y existencia de vómitos incoercibles8.
Se debe pesar al paciente para comparar con un peso reciente porque el porcentaje de pérdida de peso es la mejor medida de la deshidratación. No siempre es posible porque no siempre se dispone de un peso reciente. Aparte de la pérdida de peso, los mejores parámetros de la exploración física para valorar el grado de deshidratación son: la turgencia de la piel (signo del pliegue), la hidratación de las mucosas, el hundimiento de los ojos, el estado general y de conciencia, el tiempo de relleno capilar y, en los lactantes, el hundimiento de la fontanela anterior1,9.
Con algunos de estos parámetros clínicos se han propuesto diferentes escalas para la valoración de la deshidratación en la práctica clínica. La mayoría de ellas tiene unas bajas sensibilidad y especificidad, lo que limita su utilidad para el paciente individual. Recientemente se ha demostrado cierta utilidad de la escala de deshidratación clínica (Clinical Dehydration Scale [CDS]) para descartar deshidratación moderada o grave (≥6%) en los países desarrollados10. Es la escala más recomendada en las guías de práctica clínica. Se muestra en la (Tabla 3).
SIGNOS DE ALARMA
Los signos de alarma en un paciente con diarrea aguda son11,12:
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
En la mayoría de los pacientes con diarrea aguda, la anamnesis y la exploración física son suficientes para el diagnóstico y no es necesario realizar ninguna prueba complementaria. No están indicadas en pacientes con diarrea que dura menos de 7 días, no deshidratados o con deshidratación leve, sin afectación del estado general ni signos de alarma.
ESTUDIO MICROBIOLÓGICO DE HECES
En Atención Primaria las indicaciones de estudio microbiológico de heces son las siguientes1:
Se realizará también a los pacientes que precisan ingreso hospitalario.
Dentro de los estudios microbiológicos el más importante es el cultivo de bacterias, sobre todo en los pacientes graves o con diarrea invasiva. Nos orientarán sobre la posible indicación de un tratamiento antibiótico. La detección de virus en heces es especialmente útil cuando hay brotes epidémicos y, sobre todo, en niños menores de dos años. Cuando la diarrea se prolonga más de 14 días, se han de buscar también parásitos como Giardia lamblia o Cryptosporidium7. En la diarrea nosocomial, y a veces también en pacientes ambulatorios con diarrea grave y antecedente de toma de antibiótico los días previos, se ha de buscar Clostridioides difficile (antes Clostridium difficile), que precisa de técnicas especiales para su detección1.
ANALÍTICA SANGUÍNEA
Solo se realizará en determinados pacientes, habitualmente en el medio hospitalario.
HEMOCULTIVO
Las indicaciones para realizar un hemocultivo son las siguientes: pacientes con signos de sepsis, con inmunodeficiencias, con sospecha de fiebre entérica o con alto riesgo de enfermedad hemolítica7. También está indicado en los lactantes menores de 3 meses que tengan síntomas de diarrea inflamatoria o síndrome disentérico. Se realizará, habitualmente, en el medio hospitalario.
TRATAMIENTO
El tratamiento de la diarrea aguda tiene dos objetivos principales. En primer lugar, se ha de mantener una normal hidratación: prevenir la deshidratación, tratarla, en el caso de que exista, y reponer las pérdidas que se sigan produciendo; todo ello mediante una rehidratación por vía oral, siempre que sea posible. Y, en segundo lugar, se tratará de evitar la desnutrición, mediante la introducción precoz de la alimentación, con un aporte calórico adecuado2.
El tratamiento antibiótico solo estará indicado en casos concretos de gastroenteritis bacterianas14.
Algunas cepas de probióticos acortan ligeramente la duración de la diarrea. Otros tratamientos, como antieméticos, racecadotrilo, o zinc tendrán su indicación solo en contadas ocasiones1.
PREVENCIÓN DE LA DESHIDRATACIÓN
Para prevenir la deshidratación se ha de realizar un aporte hidrosalino adecuado, que compense las pérdidas. Se deben reponer las pérdidas por heces y por vómitos con suero de rehidratación oral: 10 ml/kg tras cada deposición diarreica y 2-5 ml/kg después de cada vómito12.
En ocasiones estará indicada la administración de un antiemético, como el ondansetrón.
ALIMENTACIÓN
La alimentación se debe introducir precozmente en el niño con diarrea aguda, una vez que hayan cesado los vómitos. En los casos en los que se precise rehidratación oral se introducirá después de una breve pausa, no superior a 4-6 horas. Se recomienda una alimentación normal para la edad, aunque restringiendo los alimentos grasos, que retrasan el vaciamiento gástrico, y alimentos ricos en azúcares simples, ya que, por su elevada osmolaridad, pueden empeorar la diarrea. Se ofrecerán los alimentos, sin forzar, respetando la disminución del apetito, que es habitual en la gastroenteritis aguda.
No se ha demostrado beneficio con las dietas astringentes. Los lactantes seguirán tomando leche materna o leche de fórmula sin diluir. En el tratamiento inicial de la diarrea aguda no están indicadas las fórmulas infantiles sin lactosa, en los lactantes, o leche sin lactosa, en los niños mayores. Estas se reservarán para los pacientes con diarrea prolongada, en los que se sospeche un síndrome posenteritis, con intolerancia secundaria a la lactosa.
PROBIÓTICOS
Los probióticos son productos que contienen cepas definidas de microorganismos vivos que, cuando son administrados en cantidades adecuadas, confieren beneficios para la salud, demostrados en estudios controlados en humanos. La Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN)20 recomienda, para el tratamiento de la gastroenteritis aguda, solamente las cepas de probióticos que se muestran en la (Tabla 7).
La recomendación es débil a favor, el grado de evidencia es muy bajo. La relevancia clínica del tratamiento con probióticos es baja. En una revisión Cochrane21 y en una reciente publicación de la American Gastroenterological Association (AGA)22 no aconsejan el uso de probióticos para el tratamiento de la gastroenteritis aguda.
Para la prevención de la diarrea aguda asociada a antibióticos hay evidencia moderada de eficacia de Saccharomyces boulardi (250-500 mg/día) y Lactobacillus rhamnosus GG (1010-1011 UFC/día). La recomendación es débil a favor23,24.
RACECADOTRILO
El racecadotrilo es un fármaco antisecretor de acción periférica, que inhibe la encefalinasa intestinal. Su uso puede considerarse en pacientes con diarrea aguda con el objetivo de reducir el número y mejorar la consistencia de las deposiciones. No está incluido en la mayoría de las guías de práctica clínica porque los estudios son escasos y no se han establecido claramente las indicaciones y la relación coste/beneficio en nuestro medio7. Una revisión Cochrane25, que estudia la eficacia y seguridad del racecadotrilo en niños menores de 5 años muestra los siguientes resultados:
Por todo ello, no se recomienda el uso rutinario del racecadotrilo en la gastroenteritis aguda.
En la diarrea aguda asociada a antibióticos no se ha demostrado la eficacia del racecadotrilo.
ZINC
Los suplementos de zinc (20 mg/día durante 10-14 días) se recomiendan, junto a la rehidratación oral, en el tratamiento de los niños mayores de 6 meses con gastroenteritis aguda cuando estén desnutridos o en países con bajo nivel de desarrollo. En estos casos los suplementos de zinc reducen la duración de la diarrea y disminuyen el riesgo de diarrea persistente, pero facilita los vómitos. No se recomienda en menores de 6 meses pues no se ha demostrado su eficacia en este grupo de edad. Tampoco se recomienda en niños bien nutridos de países desarrollados1,3. Los suplementos de zinc se pueden prescribir como fórmula magistral.
OTROS TRATAMIENTOS
PRUEBA DE TOLERANCIA ORAL
La reintroducción de líquidos después de cada vómito se ha de realizar poco a poco, haciendo una prueba de tolerancia oral. Se administrarán 5‑10 ml de suero de rehidratación oral cada 5-10 minutos durante unas dos horas, con un aumento posterior del ritmo y la cantidad, según la tolerancia. En la mayoría de las situaciones, tras 1-2 horas de reposo digestivo el paciente vuelve a tolerar y se puede continuar la rehidratación por vía oral. Si el paciente no tolera y sigue teniendo vómitos después de la prueba de tolerancia, está indicada la derivación a un servicio hospitalario de urgencias para realizar reposo digestivo y administrar líquidos por vía parenteral. En determinadas circunstancias, y si está disponible en Atención Primaria, antes de derivar a urgencias puede probarse un tratamiento antiemético con ondansetrón, con el objeto de evitar la derivación.
ANTIEMÉTICOS
El empleo de antieméticos ha sido y sigue siendo controvertido. En un reciente metaanálisis15 se evalúa la eficacia de varios fármacos para controlar los vómitos en niños con gastroenteritis aguda. Solo el ondansetrón se ha mostrado eficaz para tratar los vómitos y prevenir la hospitalización y la necesidad de rehidratación intravenosa, con una calidad de la evidencia moderada-alta. Sin embargo, no hay evidencia que apoye el empleo de metoclopramida o domperidona, pues su eficacia no es diferente del placebo. Estos dos fármacos tienen un perfil desfavorable de efectos adversos y las agencias reguladoras han restringido su uso en la edad pediátrica. Aunque para esta indicación es fuera de ficha técnica, hay suficiente experiencia en el uso de ondansetrón en los servicios de urgencias, con un perfil adecuado de eficacia. En Atención Primaria no está siempre disponible en los botiquines, pero no existen razones de peso para no usarlo si está indicado16.
Ante la presencia de vómitos repetidos que puedan comprometer la rehidratación oral, puede administrarse una dosis única de ondansetrón oral (dosis 8-15 kg: 2 mg; 15-30 kg: 4 mg; >30 kg: 8 mg). El riesgo de arritmias graves, como principal efecto secundario, es insignificante con una sola dosis de ondansetrón oral y no se recomienda ninguna actuación preventiva en niños sanos17. Ondansetrón no estaría indicado en pacientes con factores de riesgo de arritmias graves (cardiopatías y tratamientos que prolonguen el QT), ni tampoco su uso intravenoso en Atención Primaria.
REHIDRATACIÓN ORAL
La rehidratación por vía oral es el tratamiento de elección para la deshidratación leve y moderada, siempre que no haya contraindicaciones. Tiene las siguientes ventajas: es tan efectiva como la vía intravenosa, con una tasa de fracasos menor del 5%, tiene menor coste, menor riesgo de efectos adversos, menor duración de la hospitalización y mayor facilidad de administración, puede utilizarse en el centro de salud y en el domicilio2,18.
Las contraindicaciones para la rehidratación oral son11,18:
TRATAMIENTO ANTIBIÓTICO EMPÍRICO
La mayoría de las diarreas agudas son de origen vírico, en las que no está indicado un tratamiento antimicrobiano. Tampoco es necesario en muchas gastroenteritis bacterianas porque suelen ser procesos autolimitados2,12.
El uso empírico de antimicrobianos estaría justificado, una vez recogida la muestra para coprocultivo, en los siguientes casos:
Los antibióticos más utilizados de forma empírica son la azitromicina y las cefalosporinas de tercera generación2.
TRATAMIENTO SEGÚN EL GERMEN AISLADO
Los fármacos antimicrobianos de elección se muestran en la (Tabla 5).
DOSIFICACIÓN DE ANTIBIÓTICOS
En la (Tabla 6) se pueden ver las dosis de los fármacos antimicrobianos de uso más habitual.
SOLUCIONES DE REHIDRATACIÓN ORAL
La solución de rehidratación oral (SRO) propuesta por la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) en 1992 es la de elección en los países occidentales y también en las diarreas no coleriformes en los países en vías de desarrollo. Es una solución hipotónica y con menor contenido en sodio (60 mEq/l), respecto a la solución clásica propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) (90 mEq/l), tiene menor riesgo de hipernatremia. Previene eficazmente la hiponatremia, salvo en el cólera2. Más recientemente la OMS ha propuesto una solución de rehidratación con una cantidad intermedia de sodio (75 mEq/l), que sería la de elección en caso de cólera1.
No se debe utilizar la rehidratación oral con soluciones de preparación casera (limonada alcalina), por sus efectos adversos, derivados de frecuentes errores en su preparación. Tampoco se deben utilizar bebidas isotónicas para deportistas, refrescos o jugos de frutas, porque son hiperosmolares, con exceso de azúcares y pobres en sodio y potasio. Tienen una inadecuada proporción de sodio/glucosa, lo que disminuye su absorción.
Varias marcas de SRO tienen probióticos añadidos, sobre todo Lactobacillus reuteri y Lactobacillus rhamnosus GG. Pero no hay suficiente evidencia para recomendar la adición de probióticos a las SRO en nuestro medio. Es necesario establecer su utilidad y la relación coste/beneficio para el empleo sistemático de estas SRO enriquecidas2.
Se recomienda la adición de zinc a las SRO que se emplean en países en vías de desarrollo para niños mayores de 6 meses. Sin embargo, no se ha demostrado su eficacia en países desarrollados ni en niños bien nutridos1.
En la (Tabla 4) se detalla la composición de diversas soluciones de rehidratación oral19 disponibles en nuestro país.
TÉCNICA DE REHIDRATACIÓN ORAL
El volumen de administración de soluciones de rehidratación oral (SRO) varía según el grado de deshidratación. Se calcula según la siguiente fórmula: porcentaje de deshidratación × 10 × peso (kg) + pérdidas continuadas (10 ml/kg por cada deposición líquida y 2-5 ml/kg por cada vómito). Así, en las deshidrataciones leves se administrarán 30-50 ml/kg y en las moderadas, 60-90 ml/kg, y añadiendo a estas cantidades las pérdidas continuadas.
Se administrará en pequeñas cantidades y repetidas, aumentando según la tolerancia. El tiempo de rehidratación será de 4-6 horas, salvo en las deshidrataciones hipertónicas, que se ha de prolongar durante 8-12 horas11.
En el caso de no ser posible la rehidratación por vía oral, debido a vómitos incoercibles, se puede optar por rehidratación intravenosa o a través de sonda nasogástrica. La rehidratación por sonda es tan efectiva como la rehidratación intravenosa y con menos efectos adversos, sobre todo en los niños malnutridos1. En deshidrataciones graves, en las que se precisa administrar grandes cantidades de líquido en poco tiempo, la vía de elección es la intravenosa.
Después de la fase inicial de rehidratación se iniciará la alimentación por vía oral y se mantendrá el aporte de SRO para corregir las pérdidas hidroelectrolíticas que se sigan produciendo (10 ml/kg por cada deposición líquida y 2-5 ml/kg por cada vómito), con un máximo de 150 ml/kg/día. Además, se podrá ofrecer agua, en caso de necesidad2.