Enuresis es el escape de orina intermitente que ocurre sólo durante los periodos de sueño, por tanto involuntario, a una edad y frecuencia socialmente inaceptables1-3. Equivale al término “enuresis nocturna”, pero según la terminología actual basta con decir enuresis.
Existe consenso a nivel internacional en establecer el diagnóstico de enuresis a partir de los 5 años. Por debajo de esta edad no se considera enuresis, aunque el niño moje la cama mientras duerme. Respecto a la frecuencia, puede aceptarse que un niño pequeño moje la cama < 1 noche/mes, pero esta frecuencia es inaceptable en mayores y adolescentes.
Un momento ideal en Atención Primaria para interrogar sobre el control de esfínteres durante la noche es en la revisión de salud infantil a los 5-6 años.
Es importante conocer y clasificar los distintos tipos de enuresis1,4 ya que el enfoque diagnóstico y terapéutico será distinto:
La mayoría de los casos de enuresis secundaria se pueden tratar en Atención Primaria aunque, en función de la gravedad de la patología de base, pueden precisar derivación a otro especialista.
La enuresis primaria monosintomática (EPM) es el tipo de enuresis más frecuente (más del 80%) y fácil de abordar desde AP.
La anamnesis dirigida, la exploración física y el diario miccional son claves para el diagnóstico.
Salvo que existan síntomas de sospecha o se trate de una enuresis secundaria, no se recomienda realizar de rutina un urinocultivo o tira reactiva de orina para descartar infección urinaria, diabetes mellitus o insípida. Se ha comprobado que los niños con EPM no tienen más infecciones de orina, diabetes mellitus o insípida que la población general3. Tampoco se recomienda realizar pruebas de imagen, ya que la frecuencia de hallazgos esperados en estos pacientes es la misma que la de la población general.
Dado que existen casos de enuresis primaria monosintomática (EPM) con resolución espontánea, la necesidad de tratamiento y el momento de iniciarlo varía en función del niño y su familia. La información de los padres nos puede ayudar a tomar decisiones, ya que se ha observado que cuando refieren que los niños mojan a diario o más de una vez por noche y en aquellos que tienen dificultad para despertarlos, el pronóstico de curación espontánea es peor y conviene no demorar el tratamiento6. Los estudios epidemiológicos ponen de manifiesto que la resolución espontánea se suele dar en los niños pequeños con enuresis leves (mojan < 3 noches/semana). En cambio, en los que mojan todas o casi todas las noches y en los mayores de 9 años, la enuresis no tiende a la curación espontánea7. El tratamiento se debería instaurar de forma precoz en estos casos. Además, independientemente de la gravedad y de la edad, también estaría indicado cuando sospechemos que tiene o puede tener un impacto negativo en el niño o la familia y siempre que nos lo demanden a partir de los 5 años3.
El objetivo terapéutico principal, siempre que sea posible, es la curación. Otros objetivos pueden ser la sequedad a corto plazo o la reducción del impacto mediante tratamiento farmacológico prolongado.
Los tratamientos con intención curativa para la EPM son el conductual con alarma y el farmacológico con desmopresina. No están indicados otros fármacos como primera elección. Los antidepresivos tricíclicos tienen resultados similares a desmopresina, pero los efectos secundarios son mayores. Los anticolinérgicos pueden estar indicados, asociados a alarma o desmopresina, si existe enuresis y signos/síntomas de vejiga hiperactiva, pero nunca en monoterapia para la EPM8.
Es importante educar e informar a los padres y al niño para tranquilizarles y desmitificar el problema. Deben conocer que, a pesar de que la mayoría de las veces se oculta, la enuresis es un problema muy frecuente y tiene tratamiento. El niño no moja la cama porque quiere y se deben evitar las riñas o castigos. Conviene informar sobre algunas medidas como el uso de protectores o absorbentes sobre el colchón o las sábanas, para mitigar la carga de trabajo. El empleo rutinario de pañales puede interferir con la motivación de levantarse para orinar. Por ello, salvo en casos excepcionales, se recomienda retirarlos al inicio del tratamiento y no volver a utilizarlos9. En el tratamiento con alarma, si los padres muestran rechazo a su retirada por la carga de trabajo que supone, podrían mantenerse introduciendo el sensor dentro del pañal.
Aunque existe probabilidad de curación espontánea en algunos casos, los padres deben saber cuándo no demorar el tratamiento y las opciones terapéuticas que existen. Los mayores de 9 años y los que mojan ≥ 3 noches/semana (especialmente los que mojan a diario), independientemente de la edad, no tienden a la curación espontánea y por tanto se recomienda iniciar el tratamiento tras su diagnóstico.
La restricción de líquidos vespertinos, evitando especialmente las bebidas diuréticas y colas, e ir al baño antes de acostarse, son medidas que muchas veces ya han iniciado los padres. Algunos autores han demostrado que la restricción de líquidos y levantar al niño por la noche para ir al baño, que habitualmente ya hacen los padres antes de comenzar otro tratamiento, aumentan el riesgo de persistencia de la enuresis y no se recomiendan como medidas generales antes de iniciar cualquier tratamiento10. La técnica de corte del chorro, aconsejada hace años como terapia inicial, actualmente no se recomienda por ser inefectiva y contraproducente, predispone a la micción obstructiva funcional. El entrenamiento para el control de la retención vesical tampoco se ha mostrado útil para curar la enuresis.
Puesto que las medidas generales son poco útiles o incluso algunas perjudiciales, se aconseja no perder el tiempo y estimular a los padres para iniciar sin demora el tratamiento farmacológico o el conductual con alarma11, sobre todo en aquellos casos en los que la resolución espontánea es poco probable.
El tratamiento conductual simple mediante calendarios de noches secas/mojadas con dibujos, pegatinas, etc… ayuda a objetivar la situación basal de noches mojadas, a valorar la evolución y a motivar al niño. Puede iniciarse antes o junto a otros tratamientos3, pero no hay que olvidar sus limitaciones para resolver la enuresis por sí solo. Éstas y otras medidas de terapia motivacional como recompensas, parece que son mejor que no tratar, pero inferiores al tratamiento farmacológico o con alarma12. En los niños pequeños poco mojadores, cuya probabilidad de curación espontánea es elevada, se podría indicar este tratamiento solo y mantenerlo durante 3-6 meses antes de pautar otras medidas terapéuticas.
Alarma + terapia motivacional
La alarma es el tratamiento de primera línea en la mayoría de los casos. Los estudios publicados sobre enuresis primaria monosintomática (EPM) con mayor evidencia científica muestran que cerca del 70% de los niños responden a la alarma (consiguen 14 noches secas consecutivas con el tratamiento) frente a sólo 4% de los controles, que no llevan tratamiento. A pesar de que tanto con alarma como con desmopresina existen recaídas, éstas son menores tras el tratamiento con alarma. Casi la mitad de los pacientes permanecen secos tras suspender el tratamiento con alarma frente a ninguno del grupo control sin tratamiento (NNT= 3; IC95% = 2-8)14.
El tratamiento con alarma es una terapia conductual cuyo objetivo es que el cerebro aprenda a responder (de forma refleja, mientras duerme) ante la sensación de vejiga llena. Crea dos reflejos condicionados para conseguir la sequedad, el de retener y el de despertar para orinar. Esto se logra “motivando” al paciente y a la familia a conseguir poco a poco objetivos escalonados fáciles de alcanzar que le van acercando progresivamente a la sequedad.
La clave del éxito del tratamiento con alarma está fundamentalmente en la motivación e implicación tanto de los padres como del paciente a lo largo del tratamiento y en el estímulo que nosotros seamos capaces de ejercer sobre ellos con un seguimiento estrecho (cada 2-3 semanas), para mantener la motivación y valorar el cumplimiento. Se debe premiar la colaboración y el mínimo avance hacia la sequedad.
No estaría indicada la alarma si observamos falta de motivación o colaboración de los padres o el paciente, en situaciones estresantes del paciente o la familia o ante problemas psiquiátricos del niño o la familia, por ser factores de mal pronóstico para el éxito del tratamiento3.
Para no crear falsas expectativas, los padres y el paciente deben saber que el tratamiento con alarma exige esfuerzo e implicación de ambos y que la respuesta suele ser lenta. Se considera que el mínimo tiempo para obtener una respuesta de sequedad completa son 16-20 semanas15, pero de debe mantener mientras exista avance y motivación. Dado que exige colaboración por parte del niño y aunque hay estudios de resultados con alarma que incluyen a niños a pequeños, algunas guías recomiendan usarla a partir de los 7 años, pero ello no debe ser un impedimento para indicarla antes en función de las habilidades del niño y de sus padres.
Un escape cada noche es la situación idónea para esta terapia. En el caso de que no moje todas las noches, se recomienda administrar líquidos al acostarse para aumentar la diuresis y con ello acercarnos a la situación ideal de un episodio nocturno. En el caso de que moje más de una vez por noche, se recomienda restringir líquidos y si esta medida es insuficiente, asociar desmopresina a dosis bajas para hacer más tolerable el tratamiento con alarma al dispararse sólo una vez cada noche3. En este caso la desmopresina se puede suprimir de forma brusca cuando ya no sea necesaria.
La asociación rutinaria de desmopresina a la alarma, aunque inicialmente puede reducir las noches mojadas, no ha mostrado beneficios para la curación y no se recomienda3.
La alarma es un dispositivo que consta de un sensor de humedad conectado, con o sin cable, a un emisor acústico, luminoso, vibratorio o combinación de ellos. Existen distintos tipos de alarmas, de cama y portátiles, que son las más usadas, con y sin cable. No hay evidencia de que unas sean mejor que otras para la curación, pero si que hay diferencias en comodidad y precio.
Desmopresina + terapia motivacional
Si hay factores de mal pronóstico para la alarma o resistencia en el entorno familiar para usarla, se puede plantear el tratamiento inicial con desmopresina si los factores de respuesta al fármaco son favorables (Tabla 1) y especialmente si la probabilidad de curación espontánea es elevada. Como con la alarma, el estímulo del niño con terapia motivacional y las visitas frecuentes son importantes para mejorar la respuesta. Aproximadamente el 30% de los pacientes se mantienen secos usando desmopresina8,9. El efecto máximo de reducción de noches mojadas se observa ya a la 4ª semana de iniciar el tratamiento17. Es eficaz en reducir el número de noches mojadas mientras se toma (NNT 12; IC95%= 6-59 para conseguir respuesta de 14 noches secas consecutivas), pero al suspenderla de forma brusca la recaída es lo más habitual, no cura más que el placebo18. En cambio, existen datos que sugieren que una retirada estructurada mejora los resultados de curación.
La dosis terapéutica de desmopresina es 1-2 comprimidos oral de 0,2 mg ó 1-2 liofilizados sublinguales de 120 µg, que son bioequivalentes. La vía sublingual aventaja a la oral en que, por su mayor biodisponibilidad, requiere menos dosis, su absorción es más regular, se interfiere menos con los alimentos y quizás por ello se ha observado mejor respuesta que con la oral19. Su efecto máximo se alcanza una hora después de la administración y se mantiene durante las horas de sueño. Se recomienda administrar el tratamiento una hora antes de acostarse e ir al baño y restringir la ingesta de líquidos desde una hora antes de la administración hasta la mañana siguiente (al menos 8 horas). Se puede iniciar el tratamiento con la dosis mínima y aumentarla si la respuesta es insuficiente, o comenzar directamente con la dosis mayor y disminuirla posteriormente para ajustarla a la mínima eficaz. Es fundamental recomendar a la familia y al paciente que se respete la restricción de líquidos para evitar posibles efectos adversos graves (intoxicación acuosa e hiponatremia), e informar sobre los síntomas ante los que deben consultar (Figura 2).
Las cifras de curación con alarma descritas antes mejoran si se recomienda la técnica de refuerzo con líquidos para finalizar el tratamiento. Consiste en prolongar el tratamiento, tras haber logrado sequedad total durante 2-4 semanas seguidas, administrando 1-2 vasos de agua antes de acostarse hasta conseguir de nuevo no mojar durante 2-4 semanas14. Kosilov16 demostró que administrar 4-5 ml de líquido/Kg al acostarse, ya desde el inicio del tratamiento, también mejora la eficiencia de la intervención con alarma.
Reducción de impacto
La administración prolongada de desmopresina (meses o años, en función de la necesidad) siempre que el fármaco logre mantener la sequedad completa, es útil para reducir el impacto de la enuresis ante el fracaso de terapias previas, situaciones familiares difíciles o factores de mal pronóstico que desaconsejen los tratamientos con intención curativa. Salvo la recomendación importante de restringir líquidos para evitar la intoxicación acuosa, es un fármaco seguro a largo plazo21 (varios años) y no son necesarios controles frecuentes, ni la realización de calendarios o terapia motivacional asociada. Se aconseja retirar el tratamiento 1-2 semanas periódicamente (por ejemplo, cada 3-6 meses) para valorar la posible curación o cambio de objetivo. El fracaso de uno o varios ciclos de ambas terapias (alarma o desmopresina) aconseja cambiar el objetivo, suspender el tratamiento durante un tiempo o remitir al paciente a otro especialista.