El insomnio es un problema de salud para la población infantil, pues afecta al 30% de los niños entre 6 meses y 5 años. En nuestro medio, el 27% de los niños de 5-12 años presentan resistencia para ir a dormir; el 11%, latencia de sueño prolongada; el 6%, despertares frecuentes y el 17%, dificultades para levantarse por la mañana. En adolescentes, el 38,5% tiene mala calidad subjetiva de sueño y en el 23,1% la latencia es mayor de 30 minutos1.
Numerosos estudios coinciden en que los trastornos del sueño o el sueño insuficiente tienen efectos negativos, tanto en el desarrollo cognitivo (aprendizaje, consolidación de la memoria, funciones ejecutivas), regulación del humor (irritabilidad crónica, pobre modulación del afecto), atención y conducta (agresividad, hiperactividad, falta de control de impulsos) así como en la salud (funciones metabólicas e inmunes) y en la calidad de vida tanto del niño como de la familia
Según la Clasificación de los Trastornos del Sueño de la Academia Americana de Medicina del Sueño en su tercera edición (ICSD-3), hablamos de insomnio cuando se presenta al menos uno de los siguientes síntomas, manifestados por el niño o sus cuidadores: dificultad para iniciar el sueño, dificultad para mantener el sueño, despertar antes de lo deseado, resistencia a ir a la cama o dificultad para dormir sin la intervención de un adulto. Además, deben existir consecuencias diurnas: fatiga, somnolencia, limitaciones académicas, alteraciones del humor o de la conducta, etc. Para ser considerado crónico, debe suceder al menos tres días por semana durante al menos tres meses1.
Los niños con problemas de desarrollo neurológico, trastornos del aprendizaje o problemas de conducta, pueden tener un mayor riesgo de trastornos del sueño en comparación con la población pediátrica general2,3).
Debemos incorporar de rutina preguntas sobre el sueño en la evaluación de salud en niños de todas las edades porque los padres pueden no ofrecer la información de forma espontánea o pueden no relacionar los problemas del sueño y el comportamiento diurno2.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, mediante información obtenida de los padres/cuidadores del niño4.
Insomnio crónico asociado a determinados factores fisiopatológicos. Los trastornos del sueño pueden ir asociados a multitud de procesos médicos agudos y crónicos, así como a problemas psicológicos y sociales.
Diagnóstico Insomnio Primario[C]
(Tabla 5)
Clasificación según la 3ª edición de la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño (ICSD-3)1,7. Incluye:
HIGIENE DEL SUEÑO (Tabla 6) + REGLA DE LOS TRES PASOS[E]
Tratamiento1,4
Higiene del sueño (Tabla 6), medidas ambientales, alimentarias (no tomar bebidas estimulantes y excitantes después del mediodía; los hidratos de carbono y los alimentos ricos en triptófano favorecen el sueño)8 y tratamiento psicológico.
Regla de los 3 pasos1:
Si tras la instauración de una adecuada higiene de sueño, de medidas ambientales y de la aplicación de la regla de los 3 pasos durante un mínimo de 2 semanas el problema continúa, se debería valorar la terapia cognitivo-conductual.
La evidencia científica indica que el tratamiento cognitivo-conductual es el más efectivo y más utilizado en los programas de tratamiento del insomnio9 (Tabla 8).
Las principales estrategias son:
Para asegurar la efectividad de esta terapia conductual, debe realizarse la intervención a toda la familia, que será individualizada según las conductas y expectativas familiares. Para ello debería previamente realizarse un cuestionario de tolerancia familiar (Tabla 7)4
Tratamiento farmacológico (Tabla 9)1. NO DEBE SER LA PRIMERA NI LA ÚNICA OPCIÓN DE TRATAMIENTO. Siguiendo el documento de consenso1, hay poca evidencia científica de su eficacia y seguridad a largo plazo. Se considera que pueden ser utilizados dos grupos de fármacos: melatonina y antihistamínicos de primera generación.
Normas generales:
MELATONINA. Fármaco de primera elección. Se debe usar con cautela en lactantes (no parece haber información suficiente que avale su uso en menores de 6 meses). La dosis es de 1-3 mg en lactantes y preescolares, de 2.5-5 mg en niños mayores y de 1-5 mg en adolescentes. Se debe ajustar la dosis gradualmente, según respuesta, y administrar siempre a la misma hora, entre 30-60 minutos antes de la hora habitual de ir a dormir.
La duración del tratamiento no ha de ser superior a 4 semanas
En el insomnio de inicio con melatonina como único tratamiento, la supresión del tratamiento ocasiona vuelta al problema inicial en el 90% de los casos.
Otros fármacos.
El resto de fármacos de la Tabla 9 deberán ser utilizados tras valoración en unidad de referencia.
REMITIR AL CENTRO DE REFERENCIA[H] (Unidad de Sueño/Salud Mental/ Neuropediatría)
Lo ideal sería que todo niño con insomnio crónico que no se resuelva tras la evaluación y manejo por el pediatra de Atención Primaria, fuera evaluado en una Unidad de Sueño. Pero la realidad es que en el momento actual no existen suficientes centros acreditados para poder atender a la totalidad de estos niños, por lo que en el caso de que no existiese dicha posibilidad estos pacientes deberían ser evaluados por un equipo multidisciplinar, que podría estar integrado por una Unidad de Neurología, Neurofisiología y/o Psiquiatría o Salud Mental Infantil.