¿Sibilancias o Asma?[B][C]
¿Sibilancias o Asma?
Se trata de un grupo heterogéneo de niños, en los que se han descrito distintos tipos de sibilantes (transitorios o persistentes) en función de la ausencia o presencia de síntomas a los 6 años. La Cohorte más conocida es la de Tuccson3, donde se han seguido de forma periódica durante más de 20 años a 1.246 recién nacidos: observaron distintos fenotipos o patrones de sibilancias recurrentes en la infancia, que diferían en características, evolución y respuesta al tratamiento:
El estudio de Tucson concluyó que hasta en el 80% de los lactantes y preescolares, las sibilancias son desencadenadas fundamentalmente por infecciones víricas, sin relación con la atopia y la clínica era transitoria. Ello justificaría la escasa respuesta terapéutica que muchos de estos niños tienen al tratamiento convencional del asma. En los sibilantes persistentes, la característica fundamental es la presencia de atopia y sensibilización precoz a alérgenos, pero ello no es un obstáculo para que las infecciones víricas se comporten también como desencadenantes en estos niños.
Más tarde se ha comprobado que éstos fenotipos pueden cambiar con el tiempo, no son estables y totalmente extrapolables a la vida real, ya que un mismo niño puede tener características de un fenotipo y cambiar a las de otro, o compartir las de varios fenotipos. Por tanto los fenotipos tienen baja sensibilidad para predecir asma. Así se ha demostrado también en el estudio multicéntrico español SLAM (sibilancias de lactante asma de mayor4, donde evaluaron, en 3739 niños, los episodios de sibilancias diagnosticados por un médico en los primeros 3 años de vida y cuántos de ellos tenían asma activa a los 6 años. Concluyen que es difícil dar un pronóstico para los niños cuyas sibilancias comienzan en el primer año de vida. En cambio, si las sibilancias comienzan después del primer año, existe más riesgo de padecer asma alérgica persistente.
¿Sibilancias o Asma?
Probablemente, ante la incertidumbre diagnóstica y con el fin de obviar el término de asma, se han empleado un amplio abanico de etiquetas para diagnosticar a estos niños: broncoespasmo, hiperreactividad bronquial, bronquitis sibilante o sibilante feliz, términos que ahora no se recomienda utilizar. Hace unos años, la Task Force European Respiratory Society5 propuso como nuevo estándar de terminología utilizar “sibilancias” en la edad preescolar en vez de asma. Sin embargo actualmente, en ausencia de sospecha de otro diagnóstico, se aconseja hablar de asma si existen episodios recurrentes de sibilancias u otros signos o síntomas similares al asma, incluso desencadenados por infecciones víricas, que mejoran con tratamiento para esta enfermedad. Sobre todo si las sibilancias son documentadas por un médico6.
Historia detallada
En lactantes y preescolares, a falta de pruebas diagnósticas como la espirometría, que precisa colaboración, el diagnóstico es clínico ante episodios recurrentes de tos, sibilancias y/o disnea, reversibles espontáneamente o tras tratamiento.
La historia cuidadosa sobre los antecedentes del niño y su familia, considerando la atopia, exposición al humo del tabaco, la presencia o no de otros signos o síntomas acompañantes, forma de presentación y desencadenantes, edad de inicio de las sibilancias, coexistencia con infecciones, su duración, la existencia o no de periodos asintomáticos, síntomas intercurrentes, la sensibilización a alérgenos, la respuesta a tratamientos previos, junto con la exploración del paciente orientarán el diagnóstico y la pauta a seguir.
Con el fin de facilitar el diagnóstico y enfocar el tratamiento en niños pequeños, se han descrito índices predictivos de asma (IPA). Los más conocidos son los de Castro-Rodríguez7 o la modificación de éste8 (Tabla 1). El IPA es positivo (riesgo de padecer asma) si existe, al menos, un criterio mayor o dos menores. Existen limitaciones para el uso generalizado de estos índices: la muestra procede de otro entorno y no se ha validado en nuestro medio, sólo pueden aplicarse a menores de 3 años (preescolares mayores de esta edad no se incluyeron en la muestra) y su sensibilidad y especificidad no es alta (un porcentaje de estos niños no se clasifica correctamente). Así y aunque algunas guías todavía los siguen utilizando, su utilidad clínica hoy en día es dudosa9.
A modo de resumen y por lo que se conoce de los estudios epidemiológicos, con todas sus limitaciones, se puede decir que a pesar de la incertidumbre diagnóstica en los niños pequeños, si las sibilancias aparecen después del primer o segundo año de vida, sin otra causa que las justifique y hay datos de atopia, es más probable que el asma persista. En cambio, si se inician en el primer año, son desencadenadas sólo por virus y el IPA es negativo, probablemente estemos ante un paciente con sibilancias que desaparecerán. Si los síntomas comienzan poco después de nacer, estamos obligados a descartar otros procesos y derivar a estos pacientes a una consulta especializada.
En la tabla 2 se presentan algunas características clínicas que aumentan o disminuyen la probabilidad de asma.
Exploración
La exploración se centrará en las vías respiratorias, pero interesa valorar también signos de piel atópica y rinoconjuntivitis. Es fundamental la comprobación médica de las sibilancias. Muchas veces no existe correlación entre los “pitos” o “ruidos en el pecho” que oyen los padres e interpretan como sibilancias y la auscultación.
Ante un episodio agudo de sibilancias, la gravedad se valora por escalas de datos de la exploración (frecuencia respiratoria, sibilancias y uso de músculos accesorios) y de la saturación de oxígeno (Sat O2) (Tablas 3 y 4). Si existen discrepancias entre los signos clínicos y la saturación de oxígeno, se tomará el de mayor gravedad10,11. Ante la imposibilidad de registrar la Sat O2, valorar los signos clínicos.
No obstante, el pulsioxímetro debería estar disponible en AP para clasificar la gravedad y evaluar la evolución clínica tras el tratamiento, sobre todo en los niños más pequeños, en los que existe peor correlación entre las manifestaciones clínicas y la gravedad. Para obtener un buen registro, los diodos tablaemisor y receptor deben colocarse cuidadosamente enfrentados, el niño debe estar tranquilo y obtener una buena señal de la onda del pulso durante al menos 30 segundos.
Diagnóstico diferencial
La mayoría de los casos pueden controlarse en las consultas de Atención Primaria (AP), pero debemos valorar la indicación de derivar a una consulta especializada en función de la gravedad y persistencia de los síntomas o si existen dudas diagnósticas. La posibilidad de que otra enfermedad (fibrosis quística, displasia broncopulmonar, reflujo gastroesofágico, discinesia ciliar, inmunodeficiencias...), u otros trastornos (malacias, compresiones extrínsecas de la vía aérea, etc.), sobre todo en niños pequeños, mimeticen un asma, es relativamente común. Así, cuanto más precoz sea el inicio de los síntomas, mayor será la probabilidad de otro diagnóstico distinto al asma. En cambio, un niño con diagnóstico de neumonía/atelectasia recurrente puede tener asma. Desde AP, una prueba terapéutica con broncodilatadores y/o corticoides inhalados (CI) siguiendo las pautas descritas en los puntos H y L, podría ayudar a sospecharla o a decidir si remitir al niño a una consulta especializada si no existe respuesta o no se logra el control. En la tabla 5 se muestran diagnósticos alternativos, menos frecuentes que el asma, que pueden presentarse con sibilancias u otros síntomas característicos del asma a cualquier edad12.
Pruebas complementarias
En general, no es necesario solicitar pruebas complementarias a un niño con sibilancias recurrentes sobre todo si son desencadenadas por virus sin sospecha de patología subyacente. Ante episodios prolongados o graves, se recomienda realizar una radiografía de tórax.
La espirometría, prueba de elección en el diagnóstico del asma, sólo se podría realizar en AP en niños colaboradores, por tanto muy difícil en preescolares. El estudio alergológico estaría indicado, independientemente de la edad, ante síntomas respiratorios persistentes o recurrentes en los que haya sospecha clínica de alergia por los antecedentes personales (dermatitis, rinoconjuntivitis, sospecha de síntomas desencadenados por alérgenos...) o familiares de atopia (dermatitis, rinoconjuntivitis, asma). En función de la disponibilidad, se puede realizar en AP o remitirlo al hospital si no es posible realizarlo allí y se considera necesario.
Los principales métodos de estudio de alergia13 son:
Se sabe que la sensibilización al huevo en el primer año de vida es un marcador de sensibilización y manifestaciones de alergia a neumoalérgenos a los siete años de edad. Estos datos y el resultado del IPA nos pueden ayudan a tomar decisiones terapéuticas.
Tratamiento del episodio agudo
Cualquier episodio agudo de sibilancias puede ser tratado inicialmente en AP. El tratamiento farmacológico dependerá de la gravedad y debe administrarse de forma precoz tras el diagnóstico. Se seguirán las pautas de tratamiento del episodio agudo de asma (Figura 1).
Educación
Medidas preventivas
¿Está indicado el tratamiento controlador?
No existe unanimidad en cuándo comenzar el tratamiento controlador. En la práctica, se introducirá si el patrón de los síntomas sugiere el diagnóstico de asma y no existe un buen control de los síntomas y/o en función de la persistencia, recurrencia o gravedad:
Tratamiento farmacológico
El tratamiento farmacológico controlador se pautará de forma individual y escalonado (Figura 2), en función de la frecuencia o gravedad de los síntomas, siguiendo recomendaciones de las guías de asma9,16,17,18.
Es importante identificar la respuesta de cada paciente para decidir si continuar con el tratamiento, suspenderlo o considerar diagnósticos alternativos en caso de que no la haya.
Ante todo debe prevalecer el sentido común, sabiendo que un porcentaje de estos niños no responden a ningún tratamiento. Si la respuesta es satisfactoria, se mantendrá la misma pauta al menos durante 2-3 meses hasta considerar descender un escalón o evaluar la necesidad de mantener un tratamiento.
Si en el plazo de 4-6 semanas no se observa ningún beneficio tras haber comprobado que la administración y cumplimentación son correctas, debería suspenderse.
Aunque es importante individualizar el tratamiento, ya que no todos responden de forma similar, se ha demostrado que los CI diarios son la estrategia más eficaz en preescolares con síntomas de asma y episodios de sibilancias recurrentes19,20. Se recomienda comenzar con dosis bajas (≤ 200µg/día de budesonida o equivalente). La sensibilización a neumoalergenos y la eosinofilia son fuertes predictores de buena respuesta a los CI diarios20.
Actualmente algunos autores6 consideran que hasta que no exista mayor evidencia que soporte su eficacia, deberían evitarse algunas estrategias usadas con frecuencia en el manejo del asma en preescolares:
Control periódico y valorar la necesidad de tratamiento
Se recomienda un seguimiento periódico en una consulta programada para valorar el control de los síntomas (síntomas diurnos o nocturnos, limitación al juego, ejercicio, uso de medicación de rescate), comprobar la adherencia al tratamiento y la técnica de inhalación, revisar la exposición al humo de tabaco u otros factores desencadenantes, controlar el crecimiento, ajustar la medicación, revisar posibles efectos adversos y potenciar la educación en el autocontrol facilitando un plan de acción escrito16,21.
Es importante revisar con frecuencia la necesidad de tratamiento, ya que en muchos niños pequeños los síntomas compatibles con asma pueden remitir. Al principio las visitas serán más frecuentes (1-3 meses) y se irán ajustando en función del control, gravedad y capacidad de la familia en la toma de decisiones, pero se recomienda al menos una vez al año12,16.