DEFINICIÓN. Comer bien o mal es un concepto relativo en el que influyen las normas sociales y las percepciones y creencias de los distintos miembros de la familia. En nuestra sociedad, a menudo se asocia la imagen de un niño con ligero sobrepeso al concepto de salud y también se considera un indicador del buen hacer de sus padres. Por eso en muchas ocasiones el apetito y la conducta alimentaria de los niños son motivo de preocupación familiar.
En cualquier caso, como con otros motivos de consulta, siempre debe tenerse en cuenta la preocupación de los padres sobre el apetito o la alimentación de sus hijos. Esto afecta hasta un 20-30% de los niños. Sin embargo probablemente solo entre el 1 y el 5% tienen un trastorno grave de la alimentación en el sentido psiquiátrico del término1,2,3,4. Las preocupaciones de los padres pueden incluir una o varias de las siguientes: duración excesiva de las comidas; rechazo de la alimentación, de alimentos concretos o de algunas texturas; horas de comer estresantes; ausencia de alimentación autónoma; persistencia de tomas nocturnas, entre otros.
En la literatura no se encuentran clasificaciones homogéneas. En la tabla 1 se pueden ver algunas de las clasificaciones y definiciones2,4,5,6,7,8. Muchas de ellas proceden del campo de la psiquiatría, lo que evidencia los estrechos vínculos entre aspectos biológicos, orgánicos, culturales y psicológicos de la alimentación humana. Como puede verse, las definiciones van cambiando con el tiempo. También puede ocurrir que un paciente concreto tenga síntomas de más de un subtipo.
El presente algoritmo se sustenta en un esquema propuesto por Kerzner5 que clasifica las conductas de los niños en: poco apetito, apetito selectivo y miedo a comer. Se añade en cada apartado un subtipo en el que no hace referencia a una verdadera falta de apetito del niño, sino más bien a la percepción errónea de los padres acerca de la ingesta del niño. Además, incorpora los estilos parentales de crianza y alimentación (tabla 2) como factor modulador ya que pueden influir tanto positiva como negativamente en cada una de las situaciones5,9.
No deben confundirse los términos “falta de apetito” con el “fallo de medro” (que se define como la incapacidad para sostener una velocidad de crecimiento normal, tanto en peso como en talla, en niños menores de 3 años de edad), si bien en la bibliografía a veces se confunden. Aunque la falta de apetito puede conducir al fallo de medro, solo es uno de los mecanismos causales posibles. Y no todos los casos de falta de apetito conducen a un fallo de medro, ni todos los niños con fallo de medro tienen un trastorno de la alimentación2.
Debe tenerse en cuenta que niños bien alimentados e incluso obesos, pueden tener dificultades para alimentarse3.
Tabla 1.- Algunas clasificaciones de las dificultades de la alimentación y/o trastornos alimenticios no orgánicos | ||
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Clasificación | Categorías | Subtipos |
DSM-IV | Trastorno alimentario del lactante y el niño | |
DSM-V | Trastorno evitativo/restrictivo de la ingesta alimentaria | Pica Rumiación |
DC:0-3R | Trastornos de conducta alimentaria | Anorexia infantil Agresiones del tracto gastrointestinal Aversión sensorial alimentaria |
Chatoor I | Trastornos de la conducta alimentaria | Del estado de regulación De reciprocidad Anorexia infantil Aversión sensorial alimentaria Enfermedad médica concurrente Postraumático |
Crist y Napier‑Phillips | Trastornos complejos pediátricos bio-conductuales | Picky eater Lactante con rechazo general Lactante con rechazo de texturas Niño con rechazo general Evasivos |
Dovey TM, et al. | Conductas de rechazo de alimentos | Dependiente del aprendizaje Complicaciones médicas asociadas Selectivo Asociado a temor Concienciación del apetito y de la autonomía |
Burklow, et al. | Problemas de la conducta alimentaria pediátricos | Anormalidades estructurales Enfermedades neurológicas Problemas psicosociales y conductuales Problemas cardio-respiratorios Disfunción metabólica |
Kerzner B, et al. | Dificultades de alimentación | Apetito limitado Ingesta muy selectiva Miedo a comer |
CIE-10 | Cap V-Trastornos mentales y del comportamiento | Trastornos de la ingestión de alimentos (F50) Síndromes del comportamiento asociados con alteraciones fisiológicas y factores físicos, no especificados (F59) |
Tabla 2.- ESTILOS DE ALIMENTACIÓN DE LOS CUIDADORES3
Las prácticas de la alimentación de los padres se basan en 4 estilos de crianza y alimentación que están influidos por las normas culturales, la preocupación de los padres y las características del niño. |
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ESTILO SENSIBLE o RESPONSABLE o “RESPONSIVO” (o sea, que la actitud de los padres es de atender y “responder adecuadamente” a las necesidades de los niños | Es el más recomendable. Los padres tienen claro el concepto de una división de la responsabilidad; ellos determinan dónde, cuándo, y qué debe tomar el niño; el niño determina cuánto va a comer. Guían al niño en la alimentación en lugar de controlarla. Fijan límites; dan modelo apropiado para comer; hablan positivamente acerca de la comida y responden a las señales del niño en relación con la comida. También organizan el horario para inducir apetito o recompensan el logro de los objetivos, pero no recurren a técnicas de coacción desagradables. Este estilo de alimentación ha demostrado que consigue que los niños coman más frutas, verduras, y productos lácteos y menos "comida basura" lo que resulta en un menor riesgo de ganancia excesiva de peso. |
ESTILO CONTROLADOR | Es muy frecuente tanto en madres como en padres. Estos cuidadores ignoran las señales de hambre del niño y pueden usar la fuerza, castigos o recompensas inapropiadas para coaccionar al niño a comer. Esto, que al principio parece efectivo, después se vuelve contraproducente, resultando en una ingesta poco equilibrada de energía, consumo de menos frutas y verduras y con mayor riesgo de peso escaso o excesivo. |
ESTILO INDULGENTE | Son aquellos padres que hacen lo que quiere el niño. Tienden a alimentar al niño cada vez que quiere y cualquier cosa que demande. A menudo preparan comidas especiales o múltiples alimentos. Estas personas sienten que es imprescindible cubrir cualquier necesidad o deseo del niño, pero al hacerlo ignoran las señales de hambre y no ponen límites. En consecuencia, es frecuente que los niños ingieran menor variedad de alimentos y que estos sean menos adecuados, con mayor riesgo de desarrollar obesidad. |
ESTILO NEGLIGENTE | Aquellos padres que abandonan la responsabilidad de alimentar al niño, pueden dejar de ofrecer alimentos o de poner límites. Durante la alimentación de sus bebés, es frecuente que eviten el contacto visual y parecen desapegados. Dejan que los niños más grandes se las arreglen solos. Ignoran tanto las señales de hambre del niño como sus necesidades afectivas y también las físicas. Ellos mismos pueden tener problemas emocionales, depresión u otras condiciones que hacen que, para ellos, sea difícil alimentar y cuidar a sus hijos de forma efectiva. Una negligencia grave puede dar lugar al fallo de medro. Y también puede conducir a obesidad. |
Las dificultades en la alimentación a menudo surgen durante los periodos de transición en la alimentación de un niño (el paso del pecho al biberón, la introducción de la alimentación complementaria, o el comienzo de la alimentación autónoma) y por eso conviene proporcionar guías anticipatorias durante estas fases de desarrollo.
Un momento muy especial, en que suele surgir este motivo de consulta, es la etapa desde los 18 meses a los 2-4 años, en que se produce una disminución del apetito, debido a la disminución de la velocidad de crecimiento y a la redistribución de la grasa corporal y el cambio en las proporciones por el alargamiento de los miembros inferiores5.
La anamnesis junto con la exploración nos permitirán detectar si hay o no signos de alerta de que exista algún problema orgánico o bien de que se trate de un verdadero problema conductual.
Los signos de alerta de tipo orgánico incluyen:
Los signos de alerta de trastorno conductual pueden ser: fijación por algunos alimentos concretos con eliminación casi completa de otros; alimentación forzada o persecutoria; suceso desencadenante de rechazo; arcadas anticipatorias a meterse un alimento en la boca; fallo de medro3. En presencia de signos de alerta conductuales, el tratamiento debe incluir la derivación a especialistas en modificación de conducta.
La EXPLORACIÓN FÍSICA
Las gráficas de crecimiento permiten poder tranquilizar a los padres con preocupación excesiva y detectar desviaciones o situaciones de desnutrición. Es interesante comentar con los padres la talla diana y el patrón de crecimiento de otras personas de la familia, para que tengan expectativas realistas acerca del potencial de crecimiento de su hijo.
Se recomienda utilizar las tablas de crecimiento de la OMS (http://www.who.int/childgrowth/standards/en/) hasta los 5 años y en edades posteriores, las de la Fundación Orbegozo de 198811, que incluyen población previa al desarrollo de la epidemia de obesidad12. Y en los bebés nacidos prematuramente, las gráficas adaptadas según edad gestacional10
EDAD MENOR DE 1 AÑO. Descartar en primer lugar dificultades relacionadas con la técnica de la lactancia materna: si se trata de un bebé amamantado que tiene menos de 3 semanas de vida y que es considerado “bueno, tranquilo o dormilón” y se le amamanta “a demanda” se debe valorar cuidadosamente la técnica de la lactancia y la ganancia ponderal, pues el estado catabólico y la pérdida de peso que puede ser superior al 12% suelen producir somnolencia, con tendencia al ahorro de energía y desembocar en algunos casos en deshidratación hipernatrémica, la cual es una situación potencialmente muy grave para el bebé13,14.
Un poco más adelante, la madre puede creer que su bebé de pecho come poco porque hace tomas más cortas de lo habitual. Suele ocurrir a partir de los 3 meses de edad, cuando el bebé ya succiona de forma más eficiente y rápida que las primeras semanas de vida pero continua ganando peso normalmente.
Otra situación menos frecuente son los problemas del vínculo. Pueden contribuir a ello factores como el temperamento del bebé, los estilos parentales, las dificultades de los padres para adaptarse a las necesidades del bebé o trastornos psicopatológicos maternos. Son situaciones difíciles de valorar.
Investigar:
Técnica alimentaciónNIÑOS DE MÁS DE 1 AÑO CON POCO APETITO. Este grupo incluye tres subgrupos.
NIÑOS CON MIEDO A COMER. Algunas experiencias muy aversivas relacionadas con la alimentación pueden causar temor a la comida11. También en este grupo puede haber algunas variantes:
Alimentación nocturna | Alimentar al niño cuando está somnoliento o incluso dormido, porque cuando está despierto rechaza los alimentos o come poca cantidad. |
Alimentación persecutoria | Intentos constantes de obligar al niño a comer más cantidad: una cucharada más, que termine la ración, etc., incluso aunque el niño ya haya comido y haya demostrado que está saciado. |
Alimentación forzada | Forzar al niño contra su voluntad: abrirle la boca a la fuerza, taparle la nariz para que abra la boca, tapar la boca con el chupete, para que no eche fuera la comida... |
Alimentación mecánica | Alimentar con horario rígido, una cantidad exacta, independientemente de las señales de saciedad. |
Distracción condicional | Todas las comidas se realizan estando el niño distraído (por lo general la televisión o una película), sin los cuales el niño no come ni muestra interés por la comida. |
Comidas prolongadas | Comidas que se prolongan más de 30 minutos, a pesar de que solo se consigue que coma una pequeña cantidad, los padres continúan insistiendo. Puede no haber otros comportamientos anómalos. |
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS.
TRATAMIENTO. Será dirigido a cada situación concreta3 y en la mayoría de las ocasiones conviene que sea a través de un enfoque multidisciplinar (nutricionista, psicólogo, médico, logopeda,...) (ver tabla 4)
Los fármacos no están indicados en el tratamiento de los niños con falta de apetito.
En realidad no existen fármacos cuyo efecto sea aumentar el apetito. Moléculas como ciproheptadina o pizotifeno en realidad son sustancias que tienen como efecto secundario el incremento del apetito. Ninguna de las dos ha demostrado su utilidad y pueden producir otros efectos secundarios.
Tabla 4.- Enfoque multidisciplinar del tratamiento de los trastornos del apetito4,19 | |
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Nutricional | Asegurar un soporte nutricional adecuado a la edad, teniendo en cuenta tanto las calorías totales, como los macro y micronutrientes. En casos muy restrictivos, puede hacer falta algún suplemento calórico. Pero la mayoría de las veces, se trata de asegurar que aunque pase horas sin comer o se tarde en conseguir avances, haya un balance nutricional adecuado. |
Conductual | Las familias deben tener instrucciones claras para:
Algunas de las técnicas conductuales más utilizadas incluyen:
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Psiquiátrico | Abordar los conflictos familiares. Algunos casos de inapetencia infantil han generado por sí mismos mucho estrés familiar, conflicto entre los progenitores y pueden beneficiarse de tratamiento familiar. Abordar si se detectan síntomas psiquiátricos en alguno de los progenitores. |
Logopedia | Se utiliza en el caso de disfunción motora oral, incoordinación de deglución, deglución anómala, o en los niños que no han podido desarrollar habilidades motoras orales en su momento, bien sea porque la familia no se lo ha permitido o por haber tenido sonda nasogástrica por tiempo prolongado. |