El dolor torácico (DT) supone el 0’25-1% de las visitas a los servicios de urgencias pediátricas, siendo más frecuente en el periodo prepuberal y en la adolescencia. Pese a que en la gran mayoría de casos su etiología es benigna, es motivo de preocupación y angustia en el paciente y su familia por la tendencia a asociarlo con la enfermedad isquémica coronaria de los adultos. Una historia clínica en profundidad y la exploración física suelen ser suficientes para diferenciar los casos banales de aquellos que pueden deberse a enfermedades más graves1.
Aunque la lista de causas es extensa, la etiología más frecuente de DT en edad pediátrica se relaciona con la pared torácica (costocondritis, traumatismo, dolor muscular) o con enfermedades respiratorias, especialmente aquellas que cursan con tos. El origen cardiovascular es raro. El diagnóstico más habitual, al alta de los servicios de urgencias, es DT inespecífico o idiopático1.
En primer lugar, hay que valorar si puede haber riesgo vital inmediato para tomar las medidas de atención inicial al niño grave. Incluye la toma de constantes vitales (frecuencia cardiaca y respiratoria, presión arterial, saturación de oxígeno y temperatura) e inspección general para detectar si existe inestabilidad respiratoria o hemodinámica2.
Son signos de alarma en la exploración:
Hay que subrayar la importancia de la anamnesis y la exploración física en la valoración del niño o adolescente con DT. Por lo general, son suficientes para diferenciar si el dolor es por causa grave, descartando inicialmente las enfermedades excepcionales que pueden comprometer la vida del paciente, y para establecer la etiología probable2.
Anamnesis dirigida3-5
Exploración física6-7
Es fundamental realizar una exploración sistemática y completa, no limitada únicamente a la zona torácica.
En la población pediátrica el DT de causa cardiaca es inferior al 5%. Incluso en pacientes con cardiopatía el dolor es un síntoma poco habitual. La etiología cardiaca es más probable si el dolor ocurre durante el ejercicio y es recurrente. En la mayoría de casos la exploración física cardiaca será anormal o coexistirán otros síntomas.
El dolor puede ser causado por: isquemia miocárdica, procesos inflamatorios de pericardio o miocardio, arritmias o patología aórtica. Conviene tener presentes, las características del DT de origen isquémico: localizado en precordio o área subesternal, irradiado a cuello, mandíbula o brazos, es profundo, opresivo, fuerte y suele asociar cortejo vegetativo9-12.
Se puede encontrar en lesiones obstructivas severas como la estenosis aórtica (y, menos frecuente, en la estenosis pulmonar), especialmente con el ejercicio, al aumentar la demanda miocárdica de oxígeno por la taquicardia y sobrecarga de presión ventricular, y en la miocardiopatía hipertrófica, debido al mayor consumo de oxígeno por el miocardio hipertrófico, que también se incrementa durante el ejercicio.
La afectación de arterias coronarias es muy infrecuente en la edad infantil. Puede haber angina o infarto agudo de miocardio relacionado con anomalías congénitas coronarias (sobre todo origen anómalo de coronaria izquierda en tronco pulmonar), insuficiencia coronaria postKawasaki, postquirúrgica (d-TGA, Ross) o tras trasplante cardiaco.
Otros pacientes con riesgo para isquemia coronaria son los consumidores de cocaína y debe indagarse sobre su uso en adolescentes. Hay aumento de catecolaminas circulantes y vasoconstricción coronaria, con taquicardia, HTA, aumento del consumo de oxígeno miocárdico y anomalías eléctricas.
Suele haber antecedente de viriasis. El dolor de la pericarditis es más intenso que el dolor benigno de pared torácica, empeora con el decúbito y la inspiración profunda y mejora sentado o inclinado hacia delante. Puede acompañarse de fiebre. A la auscultación puede apreciarse roce y tonos cardiacos apagados si hay derrame. El ECG muestra los cambios típicos de elevación generalizada del segmento ST, que evolucionan secuencialmente en semanas con normalización del ST y posterior negativización de la onda T. Cabe mencionar el síndrome postpericardiectomía que cursa con fiebre, dolor de tipo pericárdico y roce tras 1-2 semanas de la cirugía cardiaca abierta. Hay aumento de reactantes de fase aguda y leucocitosis y derrame pericárdico en la ecocardiografía. En la miocarditis aguda puede haber implicación pericárdica, más o menos extensa, que explica entre otros mecanismos el DT.
Con relativa frecuencia pacientes con arritmia presentan DT de comienzo y fin bruscos acompañado de palpitaciones. El malestar precordial por las palpitaciones o la sensación de taquicardia directamente se describen, por parte de niños pequeños, como fenómeno doloroso (en forma de pinchazos muchas veces). Algunas taquiarritmias, si se prolongan, pueden producir angina.
La disección aórtica o el aneurisma aórtico son causas muy raras de DT en pediatría. Son pacientes de riesgo los afectos de trastornos del tejido conectivo como el síndrome de Marfan, Loeys-Dietz, Ehlers-Danlos y, más infrecuentemente, síndromes de Turner y Noonan.
El prolapso de válvula mitral cursa con DT precordial en el 10-20% de los casos. Es generalmente inespecífico, apical, breve e intermitente, no relacionado con el ejercicio. Atribuido a isquemia miocárdica en músculos papilares. También puede asociar arritmias que causen disconfort. En la auscultación hay clic mesosistólico y puede haber soplo de insuficiencia mitral.
La situación clínica del paciente y la sospecha diagnóstica determinarán la necesidad de consulta, inmediata o diferida, con Cardiología.
En el paciente en que la clínica ha remitido, la exploración física es normal y no hay motivo evidente de vigilancia hospitalaria, si existen datos clínicos o antecedentes que aconsejen la valoración cardiológica, se remitirá a Consulta Externa desde Atención Primaria o Urgencias 14.
Son indicación de valoración cardiológica:
En DT músculo-esquelético es suficiente tranquilizar al paciente. Pueden recetarse analgesia, antiinflamatorios y reposo relativo, pero en general es dolor transitorio y la medicación poco necesaria. Hay que advertir que el cuadro puede prolongarse semanas.